Mira quién mira, arranca motores. Todos baialn tras sus motos.
"Por justicia y por calidad, el jurado va a salvar a Edurne, segunda finalista", ha consensuado el jurado de MQB. Preferían salvar así del juicio de la audiencia a la rubia cantante, quién, según los profesionales, es la que mejor ha seguido el ritmo en todas las galas. Belén Esteban había pasado directa a la final gracias a los votos de la audiencia.
Víctor Janeiro y Lomana han tenido que pelear frente a frente en una última ronda. Él con un tema disco que ha incluído un peligroso salto de su bailarina (en los ensayos la joven acabó con su barbilla contra el escenario) y ella con una movida salsa, vestida en rosa: "Tengo familia cubana", ha afirmado antes de empezar como una declaración de intenciones.
"Llegar hasta aquí ha sido ya un premio, me he ido superando a pesar de que nunca había bailado y estoy muy feliz de haber llegado a la semifinal", se ha despedido Lomana.
Por su parte, la presidenta del jurado, Joana Subinara, ha hecho su particular análisis en Mira quién Mira: "Sabíamos que Lomana podía salir. Tanto Víctor como Edurne tienen gran calidad, una porque algo sabía y Víctor porque ha sido toda una revelación, que empezó regular y ahora puede bailarlo todo. Y Belén hoy ah tenido una actitud de trabajar mucho y eso es de resaltar. Si hubiese dependido del jurado, aunque es difícil decirlo, los finalistas hubiesen sido Edurne, Víctor y el tercero entre Lomana y Sevilla. Si te pones en el lugar de alguien que esté bailando, que pase Belén no lo hubiese considerado del todo justo", se ha atrevido a enunciar.
Se muestra sorprendida por el apoyo recibido del publico.
La Venenito se ha puesto la pluma por montera y se ha paseado por el Mira quién Mira más ochenteno de la historia. Enfundada en un apretado traje plata, la cuñada de la Jurado se ha reído hasta de su propia sombra bailando los hits de aquella época épica. Martínez- Bordiú, la nietísima, no ha querido ser menos, sacando su lado más oscuro y siniestro en un look gótico al que no nos tiene muy acostumbrados, dada su peculiar ascendencia genealógica. ¡Viva el despiporre!.
